26.12.12

Le digo casita al sepulcro de mármol de mi abuelo


Ayer, 25 de diciembre, fuimos al cementerio donde están mis abuelos, a los cuales no conocí, los que murieron muy tempranamente y los que dejaron a mis abuelas sacar adelante a sus 5 y 6 hijos. Ninguna de mis abuelas se volvió a casar, se dedicaron completamente a las personas que más aman en su vida. En parte lo entiendo, sentir ese compromiso bonito hacia algo por lo que darías la vida. ¿Qué hubiera sido de mis padres y mis tíos si sus papás no se hubieran muerto? ¿O de mí si hubiera conocido a mis abuelos? Supongo que ellos se habrán hecho esa pregunta más de una vez.

Yo no le tengo miedo a la muerte, le tengo indiferencia o algo así, supongo que trato de pensar lo menos que se pueda, pero pienso más seguido en ella que la mayoría de las personas, supongo. Por eso trato de que no me quiera tanta gente para no hacerlas sentir tristes si algún día me voy, o más bien me dedico a odiar con más minuciosidad. Puedo contar con los dedos de las manos a las personas que quiero y me quieren incondicionalmente.

Alguna vez alguien dijo que Dios nunca te manda cosas que no puedas soportar, nadie muy querido se me ha muerto y estoy segura que me costaría muchísimo, superar y resignarme a algo así. Poco a poco siento que me voy haciendo fuerte por muchas razones que voy viviendo, pero no tanto porque la vida me esté golpeando con la delantera de su auto por diversas razones.

Hay que querer mucho.

A veces es bueno ver que hay atrás de esas personas que queremos mucho, pero no hay que asomarse mucho, pa’ qué. No hay más que valorar cómo han sido con nosotros y las cosas buenas que vemos de ellos para otros. Si de algo puedo presumir, es que solamente amo con todo mi corazón a personas buenas; que no le hacen daño a nadie, que realmente valoran a los que están a su alrededor y que ayudan y dan sin preguntar por qué ni mirar para quién; que perdonan si alguien les hizo daño y pueden seguir así. Eso es lo único que yo no tolero (bueno, una de las tantas cosas que no tolero) tal vez por eso quiero a muy poquita gente, por ejemplo, tal vez yo te quería, pero le hiciste algo a alguien que amo incondicionalmente, la lastimaste, y a pesar de eso, esa persona, que amo incondicionalmente, te disculpa o perdona y eso que nisiquiera le pediste perdón, automáticamente quedas eliminado de mi lista de persona que quiero (no incondicionalmente, claro) y pasas a ser una persona con la que tengo que convivir (o no), o que realmente odio pero no se lo puedo decir, me revienta las pelotas esos que no agradecen las atenciones y la existencia perfecta de las personas que amo incondicionalmente y se aprovechan en algún momento y las lastiman.  Por eso no pierdo ocasión para decirles que las amo.

Uno nunca sabe a detalle por lo que han pasado todos, en especial la gente que amamos incondicionalmente, es muy difícil conocer a las personas en general, no son solo ellos mismos: son lo que comieron, la ciudad o el pueblo en el que crecieron, los juegos que jugaron de niños y las cicatrices de sus rodillas; las historias y cuentos que leyeron; las escuelas en las que asistieron donde pudieron ser felices o infelices; las nalgadas que les dieron y el objeto con el que les pegaron (el cayuyo que es con lo que le pegan al caballo para que avance, fue uno de los míos); las calificaciones de sus boletas; los diarios que escribieron (que sus mamás leyeron); las enfermedades y operaciones que tuvieron; las personas que les rompieron el corazón; las lágrimas que lloraron; las personas que perdieron; el Dios en el que creyeron. Solo se puede conocer a éstos hombres y mujeres si verdaderamente eres uno de ellos.

Con alguno puede ser un poco diferente, cuando te enamoras enserio, por ejemplo, llegan a conocerse más, realmente. Eso lo califico como lo mejor de la vida. Como dijo Carl Jung “El encuentro de dos personalidades; como el contacto de sustancias químicas, si hay reacción, ambas se transforman”. Todos sin saberlos andamos en busca de ese cuadrito de la tabla de los elementos químicos que transforme nuestra vida. Llega, tal vez tarda, pero siempre llega. En mi caso, ya está aquí. Soy feliz.


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