7.8.11

I don't know what im scared, 'cause i been here before

Me acomodo en el respaldo y reconozco un olor a humedad, como a toalla mojada que lleva algunos días sin secarse. Llueve. Podría empezar a ponerme nostálgica y hacer el recuento de los daños, pero por la ventana junto a la que estoy sentada me empieza a caer agua. Mi pantalón empieza a impregnarse de ese desagradable olor. No vuelvo a viajar en camiones de segunda -pienso, aunque lo sigo haciendo siempre- ahora se moja mi bolsa. Con las curvas de la carretera me cae el agua en la cabeza. No deja de llover. Que pensaría Paris Hilton de esta situación tan incómoda. Me río. Cosas así me pasan muy seguido. No me considero alguien tan sangrona que no soporte nimiedades poco confortables como esto. El asiento de junto está vacío, pero no me muevo, me parece más interesante quejarme en secreto de la mala calidad en el transporte y de la precaria situación de instalaciones que prestan un servicio a la gente. ¿Donde me podré quejar de esto?

Llego a mi destino, espero un taxi.

Mi vecino llega al sitio, nos iremos juntos al parecer. Siempre me da gusto verlo, él me enseñó a manejar hace algunos años. Me comenta que siempre le pregunta a mi mamá por mí. Y por lo visto ella ya lo puso al tanto de mi vida. -¿Cómo te ha ido?- le pregunto. En unas cuantas frases me resume su situación.

Llega el taxista. No intercambiamos ninguna small talk en el camino.

Durante el trayecto pienso que quiero hacer una entrada en mi blog. El tema: las personas amigas de chocolate. No me interesa intimar respecto a su vida, ni profundizar con tretas filosóficas sobre la razón del lanzamiento de la bomba en Hiroshima. Tampoco tengo ganas de darle detalles de mi nuevo semestre universitario, o el por qué de que mis jefes sean tan geniales y de que me encante mi racha de asalariada.

No.

Son personas que simplemente me da gusto ver, por el sólo hecho de saber que están vivas.

De repente esto va traspasando el 50% de la gente a la que conozco. Y a la que voy conociendo, mentiría si dijera que muero por hacer amigos que no sean de chocolate. He llegado a un punto de mi existencia.

Llegamos. Caminamos juntos a nuestra calle. -¿Porqué caminas tan rápido- me dice. —esque tengo ganas de hacer pipí brutal- le digo. Se ríe. Pienso que soy o muy chistosa o muy tonta. Me tiene sin importancia. Nos despedimos.

Cuando a ti te toque saludar a algún amigo de chocolate como a mí, asegurate que tenga sus diez deditos. Que pueda ver, hablar y oír. Y entonces alégrate de que esté vivo. Enhorabuena.

¿Cual es ese punto de mi existencia? No tener expectativas de nadie. Ni siquiera de conocer a alguien genial. Ya había escuchado este rumor de la crisis de los 21 y 7 meses por ahí. Pero no creí posible que a mí, me llegara a pasar alguna vez. Ya no espero nada de nadie.

Ya no espero nada. Bueno sí.

Espero ver pronto un arcoiris, porque ya he olvidado cuando fue la ultima vez que me tocó uno.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Deja tu punch