14.12.10

Mes de negligencia

Agosto.

El único mes que no tiene días feriados ni festivos en mi vida. No hay mariachis, ni sombreros de charros, no hay cambio de vestidito del niño Dios,  aniversarios de héroes nacionales ni locales, desfiles de 20 de noviembre, cierres de bancos o instituciones importantes por el día del trabajo, decoración (y derrochación) de casas como arbolitos de navidad, banderas, descanso de los recogedores de basura, inception, apocalipsis... bueno, no.

Tal vez por eso siempre me ha encantado agosto. El catarro de verano se estabiliza. He salido ilesa de mis vacaciones de verano si haber asesinado a alguien. Es demasiado tarde para mi régimen del bikini y demasiado temprano para las preparaciones navideñas.Hace demasiado calor para caminar y hay demasiada humedad para no usar talco.

Agosto es el mes del abandono. Bien puedo dejar de comerme los dedos (sí, los dedos, no las uñas) o dejar crecerme el fleco y no quitarme la orzuela con los dientes; mantenganmos el calendario en julio; posterguemos la visita al oftalmólogo y dejemos que el forzar tu vista siga sacándote legañas; dejemos sin abrochar el botón de los jeans para poder respirar. Qué importa la escuela ahora, todo es tranquilidad y no estrés.

No sé a quien alabar por este mes maravilloso. Pero gracias a agosto, la ocasión de todos es descansar y disfrutar, sabiendo que no existe ninguna circunstancia a la altura de la cual debamos ponernos.

Pero estamos en diciembre.

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